El jueves 22 de septiembre, junto con un grupo pequeño de líderes latinos, tuve la oportunidad de conocer a la Vicepresidenta Kamala Harris durante su visita a Milwaukee. Como beneficiaria de DACA que reside en los Estados Unidos, nunca me imaginé que fuera posible recibir esta oportunidad. Debido a mi estatus legal, generalmente asociaba a los funcionarios de gobierno con miedo y ansiedad, pero desde hace varios años he estado gritando por las calles “¡indocumentada Y sin miedo!” Esta oportunidad le dio vida a dicha frase.
La Vicepresidenta Harris se reunió con nosotros, líderes latinos de Greater Milwaukee, para recopilar información sobre los asuntos que consideramos más apremiantes en nuestra comunidad. Los temas que abordamos iban desde la necesidad de recursos educativos y financieros, hasta vías para obtener la ciudadanía para nuestras comunidades inmigrantes, incluso una solicitud de recursos para hispanohablantes.
Decidí dedicar mi tiempo para hablar sobre la falta de acción en el Congreso a fin de permitir que todos los beneficiarios de DACA obtengan licencias profesionales y ocupacionales. No todos saben que varios estados prohíben a los beneficiarios de DACA tener dichas licencias debido a leyes obsoletas, mismas que requieren una revisión inmediata por parte del gobierno. Estas leyes generan más dificultades a los beneficiarios de DACA que luchan por asistir a la escuela y al final de cuentas descubren que no pueden ejercer su carrera en la que se volcaron plenamente y que les costó sudor y lágrimas.
Con el debido respeto, insté a la Vicepresidenta Harris a pensar en todos los puestos que podrían cubrirse si los beneficiarios de DACA de todo el país recibieran esta oportunidad, especialmente durante estos tiempos en los que la escasez nacional de maestros y enfermeros es extremadamente alta. Mi objetivo era abogar por otros, en la misma situación que yo, que están en una posición en la que quieren servir a sus comunidades, en mi caso como maestra, pero que se enfrentan al desafío de no saber si podremos hacerlo debido a nuestro estatus legal. Nuestras futuras generaciones merecen educadores que quieran enseñar, entonces, ¿por qué nos niegan la oportunidad de hacerlo?
Más importante aún fue que en este espacio me presentaron a numerosos líderes latinos de nuestra comunidad de Milwaukee, quienes constantemente se esfuerzan por representar a los latinos en sus industrias. Fue una grata experiencia ver cómo poco a poco vamos progresando y nos vamos convirtiendo en la representación que deseábamos ver cuando crecíamos. En mi opinión, la mejor parte fue descubrir que no era la única beneficiaria de DACA en el salón. El orgullo y la alegría que sentí en ese momento fueron inmensos, viendo lo lejos que hemos llegado porque es cierto que no sólo somos uno o dos, ¡somos miles!
¡Ya no tenemos miedo porque sabemos que merecemos estar aquí y lucharemos para que escuchen nuestra voz! Al final del día, no sabré con certeza si mis palabras tuvieron algún impacto significativo, pero sé que fueron una señal de que las cosas están cambiando y de que necesitamos seguir luchando por los derechos que nos merecemos.